La perspectiva del poder en Francia de la extrema derecha de Marine Le Pen ha sido sacrificada a décadas de miles de personas en la calle este sábado. Las manifestaciones, convocadas por sindicatos y asociaciones de izquierda, se desarrollaron en todo el país, en un momento de agitación política entre el inesperado apoyo a las elecciones legislativas por parte del presidente, Emmanuel Macron, y la victoria del ultra Reagrupamiento Nacional (RN) en las elecciones europeas del 9 de junio. Ante los riesgos de altercados, la policía derrotó a 21.000 agentes. Los partidos populares se sumaron a la reunión y acordaron presentarse con una programación común en los cómics los días 30 de junio y 7 de julio.
El objetivo final del poder es “nunca lo más posible”, afirma Roland, de 64 años. Para él, la decisión de Macron de convocar elecciones es un «acto de local». “El presidente es el garante de las instituciones. Jugó a la ruleta rusa con Francia”, afirmó. “Vivimos en una era terrenal”, afirma Nicolas, de 34 años, que prefiere no dar su nombre y que participó en la marcha en la capital francesa junto con tres amigos. «Hay que evitar que Le Pen participe en la segunda vuelta», afirmó, mientras sus compañeros mostraban carteles preparándose para la ocasión. “Francia no es fascista”, reza uno. “Esto es París, no es Vichy”, leemos en otro lugar, en referencia al régimen colaboracionista francés con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Están previstas 200 concentraciones durante el largo período de la semana para expresar la actuación hasta el límite posible de la extrema derecha en el poder. Las protestas comenzaron el sábado por la mañana en localidades como Bayona, en el país franco-vasco, Tolón, en el sur, y Valenciennes, en el norte. En Lyon tenderán a llegar al domingo, aunque unas 2.000 personas se manifestaron el viernes ante el ayuntamientosegún la prefectura.
Francia atraviesa un momento convulso. Desde la victoria de RN en las elecciones europeas, con el 31,5% de los votos, y la posterior convocatoria de elecciones legislativas, el país está inmerso en la incertidumbre. Se produjeron saltos políticos en una de las campañas más cortas de la historia moderna de Francia.
Los partidos de izquierda se unieron en nombre del “nuevo frente popular”, que pasó de los euroescépticos de Jean-Luc Mélenchon a los socialdemócratas europeos de Raphaël Glucksmann. En este anuncio han trascendido las divisiones anteriores, después de que La Francia Insumisa (el partido de Mélenchon liderado por Podemos) publicara una lista de candidatos en la que no figuran algunos políticos destacados, conocidos por sus enfrentamientos con el líder de la formación. Algunos líderes militares de renombre criticaron a Mélenchon porque lo veía como una purga de sus rivales. También generó polémica el motivo por el que en la lista figuraba Adrien Quatennens, condenado por violencia machista en 2022. En el bando tradicional, el partido Los Republicanos (LR), apoyado por el PP español, encuentra su lugar después de que su líder, Éric Ciotti, decidiera llegar a un acuerdo con la ultrasidecha.
La semana también estuvo marcada por varios anuncios. El ex presidente François Hollande ha anunciado que ha presentado su candidatura al Partido Socialista, integrado en la alianza de las izquierdas, en una circunscripción del centro del país.
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Después de las primeras encuestas, dado que el cambio en la situación política se da de forma remota, RN podría ganar las elecciones y estar en condiciones de formar el próximo Gobierno. Una respuesta publicada por la revista. El punto Los visitantes pronosticaron que el partido de Le Pen ganaría por primera vez con el 29,5% de los votos, gracias a la coalición de partidos desorientados que obtendrían el 28,5%. Los centristas de Macron tienen el 18%.
“Es un momento histórico, estamos ante un salto hacia lo desconocido para nuestra democracia”, declaró en la emisión. FranciaInter Marylise Léon, líder del sindicato moderado CFDT, el primero en Francia. “Con nuestro maremoto popular queremos evitar esta catástrofe organizada por Emmanuel Macron y Marine Le Pen”, dijo Sophie Binet, secretaria general de otra central sindical, la CGT, antes de iniciar la manifestación en París.
En París, la marcha comenzó en la céntrica Plaza de la República, donde cientos de coreanos marcharon contra la ultraderecha ya favor de la alianza de izquierdas. Lahna Cisse, de 23 años, que devolvió a sus hijos al país como inmigrantes, repartió octavillas del nuevo frente popular. “Es importante votar”, asegura, expresando su preocupación por el apoyo de los más jóvenes, lo que revela, según ella, un cierto “déficit democrático”.
Su amiga Yasmin Hamrit, de 21 años, cree que Macron convocó estas elecciones para aumentar su popularidad, en un año marcado por protestas masivas contra su plan de pensiones Estrella, que elevó la edad de la alegría.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, envió este sábado una nota a los prefectos y responsables de seguridad para hacer pública una situación de seguridad «extremadamente sensata» antes de las elecciones. En el mensaje se advierte sobre posibles encuentros entre la ultraderecha, con 2.700 personas «tuteladas», y la extrema izquierda, con 5.500.
Monique Chatelet, de 66 años, recuerda las manifestaciones de mayo de 2002, cuando casi un millón de personas salieron a las calles para protestar contra el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, padre del actual líder del RN, tras perder la segunda Visita a las elecciones presidenciales. “Marine Le Pen ha banalizado al Frente Nacional [el nombre del partido entonces]. A veces me olvidaba de mi padre”, añadió mi amigo Roland.
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