La ola de violencia que se vive estos días en Ecuador puede leerse como un fenómeno nuevo en un país que hasta ahora había estado al margen de los graves problemas de inseguridad de otras naciones vecinas, como Perú y Colombia. Fue enterrado en el pasado. En los últimos tres años ha habido disturbios en las cárceles con decenas de muertos en prisión, un asalto con dinamita y armas de gran calibre en una televisión pública en vivo, bombas en cárceles y reuniones y asaltos selectivos a políticos y candidatos presidenciales. El narcotráfico es rígido, en forma silenciosa, como un poder paralelo al Estado que controla los juegos, los generales y la policía. Se podría pensar que la descomposición de las instituciones se produjo en un tiempo récord. Sin embargo, una mirada a los últimos 40 años muestra que los problemas que ahora emergen se vienen incubando desde el siglo XX, cuando se canalizó a gran escala el tráfico de drogas y se crearon las primeras bandas.
“Ecuador como isla de paz es un nombre inapropiado”, explica Daniel Pontón, profesor universitario del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador y analista de seguridad. A diferencia de Colombia, no hay guerrillas tuvos. El gobierno apaciguó algunos tímidos propósitos, pero a partir de ahí la tarea de magnicidios empezó a crecer. En aquellos días, cuando Pontón, registró la presencia de los cárteles de la droga mexicanos, los que hasta ahora guardaban un secreto. Los problemas en el frente se intensifican con la presencia de las FARC y grupos paramilitares colombianos en el lado opuesto. Para combatir estas amenazas, el Estado autorizó la creación de una base militar estadounidense en Manta, en el norte.
Paralelamente al ascenso al poder de Rafael Correa, en 2007, el político que había gobernado durante los siguientes 10 años, se produjo una eclosión de violencia y narcotráfico. El Plan Colombia, un plan entre el Gobierno de este país y Estados Unidos para combatir el crimen, ha producido una diáspora criminal en territorio ecuatoriano. Posteriormente, en 2010, se produjo una revuelta política en la que la misma persona fue devuelta a la comisaría, lo que provocó una crisis de seguridad muy grave. El presidente, que agradece a auge El petróleo y las materias primas redujeron la pobreza del país en varios puntos, llevó a cabo una reforma judicial que tuvo efectos inmediatos. Los homicidios que había enfrentado el principio del siglo en la década de 1920 por aproximadamente 100.000 habitantes se redujeron drásticamente a 5,6 con los que tenían su mandato.
mano dura
La población penitenciaria se multiplicó por cuatro, de 10.000 a 40.000. “Fue una política dura, por supuesto, aunque Correa ahora lo niegue”, añade Pontón. Si creó un nuevo código penal más punitivo, lo invitaron a la policía con los excesos del petróleo, las políticas lo recompensaron por capturar a criminales de alto perfil y por eso los más perseguidos terminaron en prisión. Correa terminó su mandato con un 62% de aprobación y nombró un sucesor, Lenín Moreno. Este, que no tardó en abandonar a su mentor, pidió un plebiscito para intervenir en el Consejo de Participación Ciudadana y crear un Consejo Territorial que auditara todas las instituciones, entre ellas el poder judicial.
Pontón marca desde aquí un antes y un después. Coincide con la incautación y asesinato de tres periodistas peruanos del periódico el comercio por un grupo armado en el norte de Ecuador, que opera en los dos países. Posteriormente se sucedieron los intentos terroristas, como la huida de un cuerpo policial que generó mucha emoción. Esto derivó en que Moreno sacrificara a todos los colaboradores de su Administración, como el jefe de inteligencia y los ministros de Defensa e Interior. Estoy pidiendo una reforma de seguridad integral, mucho más conservadora y mirando hacia Estados Unidos.
Esta no es necesariamente la causa, pero sí el principio de lo que debería suceder a continuación. Esta población carcelaria ha creado estructuras criminales que socavan la capacidad de los funcionarios. Las cárceles se convirtieron en un basurero a partir de 2019, cuando empezaron a producir motos. Durante los siguientes cuatro años aproximadamente 500 personas serían asesinadas en estas revistas. La banda de Los Choneros se vio golpeada por el control de los principales centros penitenciarios, utilizó al cartel de Sinaloa para exportar cocaína a gran escala a Estados Unidos y, aunque parezca contradictorio, desde aquí comenzó a construir su criminal rojo. “Moreno nunca tomó en serio las masacres. Nunca hubo una intervención decisiva. Efectivamente, en la pandemia se recortó el presupuesto de las cárceles”, recuerda Pontón.
El empresario Guillermo Lasso, de derechas, llegó a la presidencia en 2021 con todo el problema sobre la mesa. Varios expertos coinciden en que su política de seguridad fue irregular. Las pandillas lo recibieron con un cántico con más de 70 muertos en el penal de Guayaquil. La sensación de descomposición era total. Estabas claramente a cargo de los asesinatos. Seis pasaron de cada 100.000 habitantes en 2019 a 25,6 en 2022. El país se ha convertido en una enorme morgue. El año pasado llegó a 45, siendo Ecuador uno de los lugares más peligrosos del planeta.
Daniel Noboa, un joven empresario que estuvo 60 días en el poder, ahora enfrenta la gran crisis de todos, que provocó bandas criminales en su afán de controlar todas las localidades del estado. Nadie dijo en campaña que tuviera un plan para combatir la inseguridad, pero pasó el tiempo y no lo hizo en la marcha, sólo pidió el ejercicio de patrulle le calles, receta que había aplicado a presidentes anteriores.
Andrea Suárez, directora de Asuntos Públicos de LLYC, no tiene muy claro que ese sea el camino a seguir: “Si esto se puede considerar un factor de avance, su eficacia se puede comprobar por dos factores principales: funcionamiento y disponibilidad de recursos. En el primer caso, la dinámica del trabajo en conjunto con las Fuerzas Armadas y la inteligencia de la Policía Nacional será suficiente, no es una situación común y aceptar el equipo que pone en marcha un trabajo complejo podría llevar algún tiempo, principalmente». .
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