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Juan José Zúñiga, el general que odia a Evo Morales y dice escuchar la voz de Dios

Juan José Zúñiga, el general que odia a Evo Morales y dice escuchar la voz de Dios

Desde hace apenas seis meses, el general boliviano Juan José Zúñiga Macías sugirió a la “antipatria” que “no cesen en su momento atacando a los jefes militares” en busca de apoyo para derrocar al Gobierno. Fue en noviembre pasado, cuando se afirmó que “el pueblo le dio al Ejército el mandato de que Luis Arce sea el presidente y capitán general de las Fuerzas Armadas; y el Ejército va a dar fiel cumplimiento al mandato del pueblo, porque la voz del pueblo es la voz de Dios”. Este miércoles, el nombre de Zúñiga tuvo la triste notoriedad de repetirse en Bolivia, América Latina y gran parte del mundo con razón por no haber respetado ese mandato: fue el general quien encabezó un intento de golpe de Estado contra Arce. Terminó depuesto y detenido.

Zúñiga había sido designado por el propio Arce como comandante del Ejército en noviembre de 2022 y había ratificado el cargo en negro, cuando el presidente había hecho un cambio de autoridades militares. Su gravamen y su posterior reembolso fueron interpretados por los analistas locales como una recompensa a su lealtad. En efecto, los cuestionamientos contra Zúñiga, originario del municipio potosino de Uncía, señalaron que carecía de los méritos militares necesarios para encarnar al Ejército y dejaron constancia de que, en el orden de calificaciones de su ascenso, en 1990, había ocupado el puesto 48 dentro de 65 funcionarios.

General Juan José Zúñiga, dentro de un vehículo blindado sobre la Plaza Murillo, durante el intento de golpe de Estado. En vídeo, su detención.Foto: AP | Video: REUTERS

Cuando Arce fue designado al frente del Ejército, la reunión de Zúñiga con el expresidente Evo Morales fue evidente y, de alguna manera, su número podría sacar a la luz las diferencias entre Arce y Morales. Unas semanas antes de ser designado, Morales había acusado a Zúñiga, entonces alcalde del estado, de integrar desde allí un grupo llamado Pachajcho, según aseguró, si aprovechaba un «plan negro» para espiarlo y procesarlo, en connivencia. con funcionarios del gobierno. “Tener al cuidado del grupo Pachajcho, organizado por el jefe de la Intendencia del Ejército. Los militares que están detrás de Evo, detrás de los dirigentes, son perseguidos permanentemente. En este momento este grupo Pachajcho del Ejército va a montar pruebas, quiero adelantarles, alertar al pueblo”, tuvo oportunidad de expresar Morales en octubre de 2022. Según la prensa boliviana, Zúñiga es experto en inteligencia militar y conoce los movimientos sociales. , sus líderes.

Sus detractores también dejaron constancia de su amplia circulación en los medios locales, según la cual en 2013 Zúñiga fue acusado de vender 2,7 millones de bolivianos destinados al pago de bonos gubernamentales cuando era comandante del régimen de Max Toledo. En Bolivia, el Ejército recibe directamente bonos destinados a alcaldes y estudiantes de escuelas en los lugares más apartados del país. En el año 2014, junto con un escarmiento de los soldados, Zúñiga tuvo que cumplir seis días de arresto por esas irregularidades. En su defensa, argumentaré que el castigo se debió a un sumario interno, no a un juicio penal, que lo encontró responsable de no supervisar adecuadamente a sus subordinados.

La tensión entre Morales y Zúñiga ha crecido en las últimas semanas hasta instalar esta luna. Morales acusó al soldado de estar cargado de un plan para eliminarlo físicamente, junto a sus acusados ​​más cercanos. El ahora depuesto comandante del Ejército respondió en una entrevista televisiva a Morales «ya no puede ser presidente de este país» -en alusión a las elecciones de 2025 y a la inhabilitación del expresidente dictada por el Tribunal Constitucional Plurinacional- y dijo que «las Fuerzas Armadas tienen la misión de cumplir la Constitución”. Coincidió: “Somos un brazo armado del pueblo, un brazo armado de la Patria”. La respuesta de Morales no se rindió: dijo que este «tipo de amenazas no se pueden hacer en democracia» y que si no hubiera sido desautorizado por el Gobierno y las autoridades militares «se comprobará que lo que en realidad está autorizando es una autogolpe».

Una vez hecho público el encuentro, y tras las reacciones de repliegue ante las declaraciones de Zúñiga, Arce decidió destituirlo como comandante del ejército, pero no lo reemplazó de inmediato por otro militar. Zúñiga también fue declarado al mando del Ejército y en el siguiente paso se lanzó un asalto militar al Palacio Quemado, frente a la Plaza Murillo, en el centro de La Paz. El presidente lo enfrentó en la puerta de la sede de gobierno, pero su resonancia se prolongó durante varias horas, durante las cuales Zúñiga pugnó por cambiar el gabinete de gobierno y exigir la liberación de los presos políticos civiles y militares. Arce prestó juramento al nuevo jefe del Ejército, José Sánchez Vázquez, quien ordenó la retirada de las tropas en movimiento, y Zúñiga abandonó la plaza en la misma tanqueta que había traído. Posteriormente, el Gobierno dictó la orden de aprehensión porque finalmente el soldado fue detenido. Para complicar aún más las cosas, antes de ser detenido, Zúñiga acusó a Arce de haber ordenado el despliegue militar para crear su imagen.

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